miércoles, 21 de mayo de 2014

Isabella


Cuando estaba perdido
me miraste
y le devolviste
la emoción a mis días.
Desde ese encuentro
me dejas
por el cuerpo  
tequieros inesperados.
Te sientas 
a orillas del Rin
a contemplarlo,
dejas que el viento
juegue con tu pelo
y luego me
sonríes.
Te pierdes 
en un sueño lejano.
Amo esos instantes
en que estás sin estar.
Me devuelves 
las ganas de bailar
y de correr por las calles
tomados de la mano
como si yo no fuera
un triste abandonado.
Te entregas a mí
sin dejar de ser tú,
sin pedir nada a cambio,
salvo el instante en que somos,
en que nos vivimos
y que no volverá.
Al amanecer
duermes entre sueños
mientras yo recuerdo 
que un día perdí todo 
por amor,
pero al final de mis días
allí estás tú:
soñando mi vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario