jueves, 3 de julio de 2014

Ellas



Las viejas, las jóvenes, las feas, las bonitas, las difíciles, las fáciles, las altas, las bajas, las gordas, las flacas, las que nadie quiere, las que nadie se acuerda de ellas, las que hasta el olvido olvidó, las insoportables, las adoradas, las coquetas, las recatadas, las lanzadas, las tímidas, las que nadie ve, las que nadie oye, las invisibles, las vistosas, las exhibicionistas, las que se van con cualquiera y las que nunca logran que nadie las quiera, todas ellas llegan a mí esperanzadas, coquetas, ilusionadas, emocionadas, dispuestas a cualquier cosa con tal de que las escoja. Ellas conmigo son únicas. Ninguna me ha dicho alguna vez que no. Todas me gustan. No me lo creerán, pero a todas las he usado. A muchas casi todos los días. Y ellas me lo han agradecido y yo a ellas. Si no fueran como son, yo no sería lo que soy.
Ellas que vienen a mí cuando las necesito y cuando no, esperan a que les toque su turno sin quejarse, sin lamentarse, sin empujarse o pelearse entre ellas. Ellas son un ejemplo de trabajo en equipo.

Ustedes entenderán que ellas me fascinen y que a todas les de una oportunidad en mi vida. 

Supongo que algunos no me creerán, otros se sentirán ofendidos y los otros se preguntarán entre fascinados y envidiosos cómo logro que todas me digan que sí en el momento que yo quiero.

Pero es que ellas son así y así las acepto. Ellas, las maravillosas palabras que me lo han dado todo son mi dulce compañía en las horas de trabajo y en las divertidas, en las serias y en las banales. 

Y me sucede con ellas algo parecido a la magia: cada vez que las tomo y como estoy enamorado se llenan de ti, empiezan a hablar de ti, te aman una a una, te nombran y florecen de ilusión, de mí, de mis sueños y de poesía con la esperanza de que tú seas al fin para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario